El pasado 19 de septiembre la Policía Nacional rompió el encanto del edificio que, durante dos años, había servido como sede de actividades culturales y sociales, aunque nunca como vivienda. Pero esta tarde, los manifestantes que acudieron a una concentración en protesta por el desalojo, se encontraron con una grata sorpresa. El centro, su centro, volvía a estar ocupado.
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