A lo que me ocurre hoy no le encuentro calificativo suficientemente descriptivo como para poder atinar con él y explicar la situación que nos está sucediendo a unos cuantos cientos de personas, y todo por la desfachatez, la prepotencia, la chulería, la soberbia de un individuo responsable de la Gerencia del Bienestar Social de La Comunidad de Madrid. Un individuo acostumbrado a acampar a sus anchas y hacer y deshacer a su gusto, sin ningún tipo de limite, cerrando empresas y destrozando cientos de puestos de trabajo, algo así como un especialista sin ninguna catadura moral. Vamos, un crack para sus dueños, un perro de presa acostumbrado a no soltar la pieza hasta que esta no tiene nada que hacer. Un Número 1 de la amoralidad.
Pero este señor, ganador donde los haya, acostumbrado a realizarse, y quererse demasiado así mismo, futuro político de gran porvenir, no se percató, -o si- de que la nueva apuesta poco tenía que ver con lo que hasta ahora estaba realizando. Y dio el paso convencido por sus amos de irrumpir como elefante en cacharrería dentro del sector público, y que mejor para comenzar que el cierre sin más contemplaciones, ni ordenes de aviso ni mas hostias, que el cerrojazo de golpe no de uno, sino de tres centros de discapacitados psíquicos, y una residencia de ancianos de postre.
Imagino que pensó que estas personas indefensas, a las que la sociedad solo ve en contadas ocasiones, para promoción de algún destacado miembro de nuestra honorable sociedad y a las que a un sector de ellas se les dedica una día al año, para la foto, y para presumir que están en todo, pues eso, que creyó que pim-pam-pum- en un ratito, de noche, sin aviso y con toda la prevaricación y alevosía de la que una serpiente es capaz, estaría todo hecho. Y aquí paz y después gloría.
Pero no pensó, que estas personas, y sus familiares y amigos, y sus educadores y profesores, y sus trabajadores y demás, de entrada, pero de antes de entrar, le iban a contestar como lo hicieron. Que si. Que Patí. Y que no al Cierre del “MAGERIT”. Y que se plantaron y se encerraron y se llamaron, y sin mediar convocatoria alguna, mira tú que se convocaron. Y allí se encendió una chispa de solidaridad (palabra en desuso que pronto volverá a nuestras bocas), de dignidad, de alzar la voz contra las injusticias que el Sr. Feudal quiere imponer sin más, sin nada más que su “aquí estoy yo”.
Pues no, con piedra noble a topado. Con personas poco capaces de defenderse así mismos pero fuertes como el roble, con las ilusiones desbordadas de sus cuerpos y con una resistencia que este elemento no habría imaginado jamás. Porque serán muchas cosas, pero no son débiles cuando tienen que demostrar lo que sienten y quieren. Y lo que quieren muy Sr. Mío, es seguir todos juntos, compañeros, amigos y menos amigos, educadores y profesores, trabajadores y demás, pero además de los demás estamos las familias que parece que usted no contaba con ellas. Callaríamos, nos conformaríamos y venga, usted a los suyo, que no es otra cosa que seguir jodiendo a personas que necesitan de todo, para aumentar su avaricia, su economía, sus sueños de grandeza y sobre todo su vanidad y egolatría.
Me despido aquí de usted, de buenas maneras pero solo para guardar las apariencias porque lo que yo le diría ya se lo puede usted imaginar.
Luis Val (familiar afectado)
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